
Identidad visual: mi logo como artista.
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A la edad de 26 años, tomé un curso de formación básica para agentes de pastoral en mi pueblo, en la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe. Era un joven con muchos sueños y preguntas.
Luego, encontré un trabajo temporal en el campo. Durante un breve descanso, surgieron conversaciones sobre todo tipo de temas: bailes, rumores y quejas. En ese momento, un señor mayor de unos 70 años compartió su testimonio personal. Me contó que después de su primera comunión, sus padrinos le regalaron una Biblia que nunca había abierto, hasta este momento. Sus palabras resonaron profundamente en mí, ya que descubrí que había otra manera de leer la Biblia: como leer la vida misma. Me di cuenta de que, a pesar de mi fe, no conocía realmente lo que implicaba la practica y no era consciente de ello.
Más tarde, descubrí que mi parroquia ofrecía un curso para agentes de pastoral. Aunque no sabía qué era, sentí que debía asistir. Cada semana fue fascinante, y los temas increíbles.
Visualmente los pinté en mi mente...
Las escenas bíblicas se grabaron en mí, y se convirtieron en mis favoritas. Comencé a estudiar la Biblia con curiosidad, abriéndola por primera vez y leyéndola con avidez. En ese momento, surgió en mí una necesidad profunda de conocer más a Jesús.
Éste fue un tema que definió mi identidad, como un pequeño pez que renace en el agua, al encontrar un nuevo sentido de vida. Las lecturas de los Hechos de los apóstoles que escribió Lucas el Evangelista fueron el punto de partida. Cada semana se comentaba un capítulo que se enriquecía con experiencias como el miedo que pudieron sentir al ser perseguidos, y cómo buscaban símbolos para poderse comunicar con otras personas que compartían Fe y creencias. Al hacer un trazo de medio círculo, si otra persona se acercaba para completarlo, esto dejaba de ser un trazo: para convertirse en un código...